viernes, 20 de noviembre de 2009

De transiciones

Uno muere muchas veces durante la vida. No solo tenemos duelos, muertes de otros seres queridos, sino que muchas veces morimos nosotros también. Dejamos de ser lo que fuimos, nos transformamos en un proceso que suele ser doloroso, lento, agónico... Y morimos. Hoy yo agonizo contigo, camino a paso en este proceso de cambio, agonizan mis ganas, mis ansiedades, mis creencias. Se agotan las fuerzas, la energía y el empuje. Aparece la noche eterna, oscura, sin Luna...
Y te necesito... pero tu ausencia es la razón de mi muerte. Nos sacrificamos en un altar de bellezas y dudas, en una proyección duditativa de nosotros mismos, en un miedo intenso al futuro solitario de nuestras almas y en un inmenso mar de nostalgia que clama por la compañía del otro...

Uno muere muchas veces durante la vida. Pero esta muerte no será la última y estamos hecho para poder renacer, volver a esta realidad de forma distinta, metamorfoseados (a lo mejor kafkianamente) tenemos la capacidad de retornar al discontinuo de la vida siendo ya no los mismos. Es ahí cuando te quiero reencontrar. Somos tiempo y esperanza en el dolor, en la agonía.
No soy delfos ni mucho menos, ojala pudiera conocer el futuro, se haría más fácil esta transición, y aunque muera intranquilo, es esta esperanza de un reencuentro distinto, lo que apacigua mi corazón... no sabes cuánto te ansío a mi lado, cuánto te necesito en mi lecho...

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